EL ÚLTIMO DE LOS GIGANTES
de Pepe Ávalos
Era el último de los gigantes. La gente ya no se asustaba de él pero nadie quería tenerlo cerca. Con el tiempo, cayó en una profunda tristeza y perdió las ganas de comer y de vivir. La pena y la debilidad le llevaron al cauce seco de un riachuelo y casi a la muerte. Pero su historia llegó a oídos de la hija del rey, una princesa de una belleza extraordinaria y una sonrisa que dejaba petrificados a todos los varones que la contemplaban.
Pero esa es otra historia.
La muchacha buscó y buscó al gigante y no pudo evitar conmoverse ante el estado lamentable en que lo encontró. Y lloró tanto, que el río recuperó su caudal, y consiguió refrescar con él aquel cuerpo descomunal y desvalido. Fue así como el gigante recobró sus fuerzas y se incorporó lentamente. Al ver a la princesa, que había dejado de llorar, luciendo de nuevo aquella sonrisa maravillosa, el gigante no quedó petrificado y ella se conmovió. Ambos vieron nacer y crecer una larga historia de amistad, que los acompañó el resto de sus vidas, que los hizo cómplices cuando estuvieron cerca y los reconfortó en la distancia. El gigante aprendió a caminar por los campos sin destrozar los sembrados, a pensar en voz baja y a peinarse los pelos de la nuca. La princesa abrió un estudio de escultura.
Pepe Ávalos, es de Jaén, narrador en solitario o con la fantástica Inés Vilpi. Acogedor, parece frágil pero en realidad es alma de olivo.