LLAVES QUE NO ABREN
de Félix Albo
Paró el coche y pareció detener en seco
toda una industria ruidosa.
toda una industria ruidosa.
Sus pasos parecían cantar con eco y él
los hizo más lentos.
los hizo más lentos.
El par de llaves de su puerta se
convirtió en manojo en sus propias manos.
convirtió en manojo en sus propias manos.
La cerradura necesitó más vueltas de
las habituales.
las habituales.
No le esperaba la foto de la entrada,
ni le calmó la sed el gin-tonic cargado con hielos color lágrima.
ni le calmó la sed el gin-tonic cargado con hielos color lágrima.
Su pijama rascó como lija su espalda,
sin cariño ni intención.
sin cariño ni intención.
Su cama se fue haciendo enorme. Enorme
como un océano. Gigante como el agujero de la noche.
como un océano. Gigante como el agujero de la noche.
Estuvo consciente en todo momento y
naufragó en su sola soledad.
naufragó en su sola soledad.
Por la mañana no encontró canción
alguna para espantarla y, simplemente, se dejó ahogar hasta que un viento frío
le despeinó la vida.
alguna para espantarla y, simplemente, se dejó ahogar hasta que un viento frío
le despeinó la vida.
FÉLIX ALBO. Mediterráneo,
como un mar. Inmenso, como los abrazos que da. Entrañable, como sus historias. Ácido,
como un limón de su huerta. Dulce, como sus peritas. Irónico, como la vida que
nos cuenta. Enamorado de los suyos y de su trabajo. Amigo. Así es Félix.
como un mar. Inmenso, como los abrazos que da. Entrañable, como sus historias. Ácido,
como un limón de su huerta. Dulce, como sus peritas. Irónico, como la vida que
nos cuenta. Enamorado de los suyos y de su trabajo. Amigo. Así es Félix.
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