GENIO
de Blai Senabre i Ribes
Aquel hombre no creía en los cuentos, eso eran cosas de niños. Un día, mientras quitaba el polvo de aquella lámpara extraña de latón -“chorrada exótica” decía él – se formó, de repente, una gran polvareda y apareció ante él un extraño ser, vestido con pantalones bombachos, chaleco abierto, sin camisa y con un turbante en la cabeza.
– Y tú, ¿quien coño eres? – preguntó él.
– Soy el Genio de la lámpara y te voy a conceder tres deseos. Pide el primero.
– ¡No me jodas!
– ¡Concedido! – y el Genio no le jodió – . Pide el segundo.
– Esto…, ayúdame, ¿qué puedo pedir?
– ¡Concedido! Puedes pedir lo que quieras. Pide el tercero.
– ¡Anda y que te den!
– ¡Concedido!
Y el Genio anduvo, anduvo y anduvo hasta que le dieron… le dieron las gracias por los tres maravillosos deseos que acababa de conceder al siguiente hombre que se encontró y que, casualmente, sí creía en los cuentos.
– Y tú, ¿quien coño eres? – preguntó él.
– Soy el Genio de la lámpara y te voy a conceder tres deseos. Pide el primero.
– ¡No me jodas!
– ¡Concedido! – y el Genio no le jodió – . Pide el segundo.
– Esto…, ayúdame, ¿qué puedo pedir?
– ¡Concedido! Puedes pedir lo que quieras. Pide el tercero.
– ¡Anda y que te den!
– ¡Concedido!
Y el Genio anduvo, anduvo y anduvo hasta que le dieron… le dieron las gracias por los tres maravillosos deseos que acababa de conceder al siguiente hombre que se encontró y que, casualmente, sí creía en los cuentos.
Blai Senabre i Ribes cree en los cuentos, vive una vida de cuento, poblada de princesas y sapos, reveses del destino,y mucho cachondeo.