Amigas, amigos, son muchas las cosas que nos han pasado en ATRAPALABRAS desde aquel octubre de 2008 en que apareciera el primer cuento. Todas bellas. Pero quizá esta que hoy nos cuenta Charo Pita sea de las más lindas que nos han ocurrido.
«Hay mucho
en el acto de escribir un cuento que, de algún modo, lo conecta con el hecho de
engendrar y parir: un cuento lo llevas dentro para que vaya tomando forma y,
cuando por fin está a punto, sale al mundo desde ti. Tu mente, tu cuerpo, tu
voz, todo lo que eres participa de ese nacimiento.
El tiempo
de gestación de un cuento puede ser de nueve horas o de nueve años, nunca está
predeterminado, cada cuento madura en ti según lo necesite.
Eso sí, a
diferencia de los bebés, un cuento posee autonomía inmediata, lo que, para ser
honesta, resulta un alivio. Tan pronto lo pares, ya se aguanta de pie y se
lanza a caminar el mundo sin necesidad de tu ayuda. Es entonces cuando el
cuento se aleja de ti y vive su propia vida: viaja hasta lugares insospechados,
adquiere significados que nunca habías imaginado, se empareja con gente
indeseable y con otra maravillosa. Y cuando te quieres dar cuenta, un día, de
pronto, el cuento te hace abuela de otros cuentos. Precisamente esto es lo que
me ha pasado recientemente.
Veréis,
todo empezó con una petición lanzada desde el proyecto Atrapalabras de Légolas
Colectivo Escénico. “Venga, escríbenos un cuento para el mes de diciembre”, me
dijeron. Todo en ese proyecto es hermosísimo: la idea, la realización, la
difusión, la gente que lo lleva… Me puse a ello y el cuento me embarazó más de
lo necesario. En lugar de para diciembre, se quedó para enero. La persona que
lo ilustró, Elena BerSán, hizo un trabajo magnífico y Minueto, así fue como se
llamó el cuento, inició su andadura en solitario.
Yo soy una
persona un poco loca con el asunto de las redes sociales. Paso del mutismo más
absoluto a compartir en redes de una forma desaforada. Cuando me llegó el
enlace del blog Atrapalabras con la publicación de Minueto y la ilustración de
Elena, estaba de sí, e inmediatamente lo compartí por Whatsapp con gente amiga.
Y ahí se podría haber quedado la cosa. La cuestión es que veinte minutos más
tarde me llegaron al Whatsapp siete audios. En el primero se me explicaba la
situación: al colegio San Martín de Garganta la Olla, Cáceres, en concreto a la
clase donde mi amigo Javier Sánchez, maestro de oficio y de vocación, estaba
explicando en ese mismo momento el microrrelato, de golpe llegó un mensaje de
móvil. Se trataba de Minueto. ¿Causalidad? ¿Casualidad? Él, con sabiduría de perro viejo, no dijo
nada, simplemente enseñó la ilustración y el alumnado se puso a escribir. Los
restantes seis Whatsapps eran precisamente las grabaciones de lo que habían
creado. Seis relatos increíbles que me hacían abuela. Abuela de cuentos, claro.
Un auténtico regalo.
Soy una
mujer afortunada. Mi fortuna está en la gente maravillosa que me rodea. En este
caso, Carmen y Manuel, siempre con su buen hacer y su amistad tan valiosa;
Javier, con su capacidad para la improvisación y la motivación, con esa alegría
que enseña por encima de todas las cosas; Elena BerSán, a quien no conozco
todavía, pero a la que me rindo admirada; Maia, Noelia, Lucas, Juan Alegre,
Iker y Juan Elvira, seis escritores pequeños en edad, pero de imaginación
inmensa…
Aquí os
dejamos sus cuentos. Escuchadlos, os aseguro que os asombrarán. Y no es solo
amor de abuela».